Con un buen sistema ERP, la determinación de los costos tiene varias opciones de manejo, desde esquemas de costeo estándar hasta “costeo real”, que resulta ser una cercana aproximación a los verdaderos costos de los artículos producidos. Al utilizar estándares, la intención es poder compararlos con los costos reales, y de ser necesario corregir el estándar si las diferencias son significativas y continuas. Si se decide trabajar sin costos estándar sino con costos promedio, los sistemas ERP tienen la opción de mover los inventarios a un determinado costo inicial, para luego recalcular los costos una vez que los datos han sido reportados y las órdenes hayan sido cerradas.

Un problema común de los sistemas puramente administrativos o contables, que los sistemas ERP resuelven, es la traba operativa por no contar con el costo final de un artículo, a riesgo incluso de que el negocio se detenga. Encontramos casos en los que no se puede facturar al cliente final porque el producto terminado, existente y disponible en la bodega, no tiene el costo actualizado (porque no llegó la factura del proveedor para liquidar una importación, o porque una orden de producción no ha sido reportada a tiempo, o por cualquier otra razón… ¿le suena conocido?). Esto no ocurre con los sistemas ERP ya que siempre existe un costo al que se mueven los inventarios, pudiendo dicho costo ser provisional, para luego ser ajustado cuando los documentos o reportes necesarios hayan sido completados.

En los sistemas ERP, si todo está bien configurado, los costos son un resultado que se genera de manera automática, mientras se ejecutan los procesos productivos. Los costos de los materiales se pueden asignar a los productos en función de sus listas de materiales o fórmulas, al momento de descarga de las bodegas o almacenes. Los costos de la mano de obra se asignan en función de los tiempos que se reportan en los procesos productivos, y los costos indirectos en función de la parametrización que se haya hecho para su distribución.